Fecha: 07/06/2021.
La monitorización de la calidad del aire en tiempo real permite anticiparnos a episodios de contaminación puntuales y solucionar el problema antes de que se produzca.
El tratamiento de la contaminación del aire ha supuesto tradicionalmente un reto de mayor calibre que la contaminación de las aguas. La falta de percepción del peligro por parte de la sociedad en general ha provocado una falsa sensación de seguridad, saltó por los aires con la llegada de la pandemia provocada por la COVID-19. La monitorización de la calidad del aire, en especial en espacios interiores, permite conocer en tiempo real la concentración de determinados contaminantes en el aire y convertir a este problema en algo un poco más tangible.
¿Alguna vez has visto un rio o lago con una fina capa verde en su superficie y qué desprendía un olor desagradable? ¿Te han parecido unas aguas apetecibles para beber? Si te ha venido esta imagen a la cabeza, seguramente pensaste (y con razón) que esas aguas estaban contaminadas. Este fenómeno se conoce como eutrofización y se da en lagos o aguas tranquilas donde se ha producido un vertido descontrolado de compuestos nitrogenados o fosfóricos, comúnmente presentes en los detergentes utilizados por el hombre.
En general, la contaminación de las aguas suele llevar consigo algunas señales de aviso, que nos permiten reconocer el peligro y actuar en consecuencia. Esto ocurre también, por ejemplo, con la presencia de turbidez en las piscinas, que indica la necesidad de aumentar la depuración de estas para permitir un baño seguro.
Contaminantes como el CO2, los Compuestos Orgánicos Volátiles (COV), las partículas en suspensión, virus, bacterias y hongos están presentes en multitud de espacios interiores sin que los usuarios sepan en muchos casos de su existencia. Además de favorecer los contagios derivados de la presencia de microorganismos en el aire, el contacto continuado con contaminantes del aire puede tener consecuencias nefastas para la salud a corto/medio plazo. El cansancio crónico, la fatiga y la dificultad para respirar son síntomas científicamente relacionados con la exposición a determinados contaminantes interiores y pueden hacer muy difícil llevar una vida normal en casa y en el trabajo. Así mismo, la exposición prolongada a la contaminación interior puede derivar en enfermedades más complejas vinculadas a problemas respiratorios, cardíacos y otras patologías.
Frente a la indefensión y el desconocimiento que provoca enfrentarse a un enemigo que no puedes ver, existe una solución que ha ido tomando fuerza en los últimos años y que permite visibilizar la problemática de la contaminación del aire en espacios interiores. Se trata de la monitorización de la calidad del aire, es decir, la medición y control de la concentración de determinados contaminantes en tiempo real mediante el uso de sensores especializados.
La monitorización de la calidad del aire interior en tiempo real nos permite anticiparnos a episodios de contaminación puntuales y solucionar el problema antes incluso de que se produzca. Además, es una herramienta de diagnóstico rápido muy útil, que permite seleccionar las mejores soluciones de calidad del aire interior para problemas concretos. De esta manera, si se detecta una concentración elevada de CO2 se puede confirmar que en ese espacio hay un déficit claro de ventilación. El CO2 presente en los espacios interiores proviene en su mayor parte de las respiraciones de los seres humanos, por lo que, sin una correcta ventilación, su concentración puede llegar a ser muy elevada. Este es también el motivo por el que se está utilizando para evaluar la seguridad de un espacio frente a un posible episodio de contagio de la COVID-19 (o de cualquier otra enfermedad que se transmita por el aire). Al provenir ambos contaminantes de la misma fuente (el ser humano), se puede extrapolar como medida indirecta de la concentración de contaminantes patógenos en el aire.
En la actualidad existen en el mercado varias soluciones y dispositivos que nos permiten monitorizar en tiempo real la calidad del aire interior. A la hora de seleccionar la solución que más nos conviene, debemos centrar la atención en varios factores determinantes, cómo la sensibilidad de los sensores utilizados, el tiempo máximo entre calibraciones o la durabilidad. Estos factores, determinarán la eficacia de las mediciones y, por tanto, de las soluciones tomadas.
Así pues, podemos concluir que la monitorización de la calidad del aire es la mejor y más prometedora estrategia para definir soluciones especializadas que mejoren la calidad del aire en el interior de los edificios. Y es que la contaminación del aire no tiene porqué seguir siendo un enemigo invisible.
Firma: Artículo escrito por Carlos Martínez, técnico especialista de SODECA IAQ, la división especializada en calidad del aire interior de SODECA.